Ya no me queda saco. Le he cosido todos los bolsillos que he sido capaz, pero ya no me queda ni hilo. Ya solo me quedan esas pequeñas explosiones que preceden a la gran explosión. Como una bomba atómica que acabaría con todo mi mundo. Y que la humanidad entera mañana se muera y de igual. Pedazos destripados de robos, puñetazos, insultos, palabras...
La música está al máximo, y mi cabeza... se olvida de pensar. Me sumo a cada nota que sale de cada rasguido de la guitarra y me transmito por el aire, como una onda que pierde su fuerza a medida que avanza. Y las caricias se las guardas a tus muertos.
Algún día, algún día... Más vale no precipitarse.
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