28 de febrero de 2010

Collioure


Precioso pueblo en la costa de Francia, lugar donde está enterrado Antonio Machado. El Viernes fui a visitarlo con la clase.
Sus calles tienen una luz especial, puede que por las fachadas de colores o la brisa del mar, pero el caso es que se respira alegría. Después de la visita a la tumba de Machado, fuimos a ver el hostal donde murió. A pesar de que también es muy bonito, está abandonado. Regina, profesora de castellano en mi instituto, dijo que querían restaurarlo para hacer un museo en honor al poeta. Está claro que si al final este proyecto sale bien lo visitaría.



Esos dos puntos que hay en la parte más baja de la roca somos Ana y yo. Allí comimos. Hubo tiempo para todo: comer, reflexionar, cantar...  Pondría una muestra, pero mi inteligencia no es tan grande como para subir un video, lo siento. La cuestión es que es un sitio maravilloso, con el sonido de las olas chocando contra la piedra, que te salpican un poco de vez en cuando. Mirar al horizonte y ver cómo se fusionan el cielo y el mar. Se te despeja la mente.

Volveré.


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