6 de octubre de 2010

Noche Ahumada

Un destello de luz iluminó su cara por un segundo, pero la llama no apareció. El segundo intento fue un segundo fracaso. Volvió a hacer girar la rueda de su mechero, y entonces la llama surgió.
Sabía encender un cigarro. No lo había hecho nunca, pero lo había visto en las películas. Solo inspirar un poco mientras acercaba la llama al extremo y estaría listo.
Sintió la nube de humo desplazarse por todos los rincones de su sistema respiratorio hasta alcanzar sus pulmones. Pensó que aquello es lo que debió sentir cuando respiró por primera vez, hacía ya diecisiete años, y le pareció curioso que se sintiera lo mismo al empezar a vivir que al empezar a morir.
Le gustaba aquello. La forma que tomaba el humo, mezclándose con el aire, le parecía de una belleza única, y el círculo rojo que convertía la materia en ceniza le hacía compañía. Una compañía que, aquella noche, necesitaba.

And breathe, just breathe

3 comentarios:

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  2. Llevo un mes sin fumar y lo que más hecho de menos es la compañía que te hace el cigarro mientras esperas, caminas, bailas...

    Un saludete;)

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  3. Yo creo que fumar es para cobardes, que lo necesitan para que le haga compañía para no enfrentarse a lo que viven

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