Sabía encender un cigarro. No lo había hecho nunca, pero lo había visto en las películas. Solo inspirar un poco mientras acercaba la llama al extremo y estaría listo.
Sintió la nube de humo desplazarse por todos los rincones de su sistema respiratorio hasta alcanzar sus pulmones. Pensó que aquello es lo que debió sentir cuando respiró por primera vez, hacía ya diecisiete años, y le pareció curioso que se sintiera lo mismo al empezar a vivir que al empezar a morir.
Le gustaba aquello. La forma que tomaba el humo, mezclándose con el aire, le parecía de una belleza única, y el círculo rojo que convertía la materia en ceniza le hacía compañía. Una compañía que, aquella noche, necesitaba.
And breathe, just breathe
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLlevo un mes sin fumar y lo que más hecho de menos es la compañía que te hace el cigarro mientras esperas, caminas, bailas...
ResponderEliminarUn saludete;)
Yo creo que fumar es para cobardes, que lo necesitan para que le haga compañía para no enfrentarse a lo que viven
ResponderEliminar