Vuelvo a ser Daniel, encerrado en un cuarto azul con olor a ceniza. A esta corona le han crecido espinas que se clavan en mi cabeza, que me hacen sangrar. Pero me mantengo férreo, a pesar de la lluvia y del vino. A pesar de estas últimas noches en una playa argentina, dejándome llevar por las olas. Pero con ese nombre falso tengo suficiente. Me volveré el mar.
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