Tendemos a olvidar los malos ratos. Una larga espera, una noche fría... Todo queda en el pasado una vez ha terminado. Pero a veces tenemos la terrible necesidad de mirar atrás. De contar las horas perdidas, que suman días y semanas de espera. Días y semanas que no van a volver. Contar los grados negativos que se adhirieron a nuestra piel, y que difícilmente se disolvían. Grados que, desgraciadamente, volverán.
La foto es lo más de moderna wannabe que tienes en el mundo entero.
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