"José veía temblar sus dos pechos bajo la túnica, como las cabecitas somnolientas de dos corderos, y no podía dejar de sentir una punzada de deseo. Trataba de apartar esa imagen de sus pensamientos y todo era inútil. Todas las épocas de la vida tenían su gloria y su condena, y en esa ambas coincidieron con su creciente apetencia sexual."
El Lenguaje de las Fuentes, Gustavo Martín Garzo
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