31 de diciembre de 2012

Reykjavik

Nuestras ganas quedaron presas en un sótano encementado. Una cárcel de máxima seguridad de donde solo se puede salir desnudo. Intentos de huida y nos destrozamos las piernas. Vamos a parar al otro barrio, pero fuera de horario. Las gaviotas defecan en las puertas cerradas y las puertas abiertas se pierden entre los árboles.

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