12 de noviembre de 2009

La vida es como una televisión.

Llega un día en que te fabrican. Y a partir de ahí empiezan los canales educativos, que con los años dejan pasar a los partidos de fútbol, o a las películas de policías, o las películas porno a altas horas de la noche.
Por la noche la tele se deja en Stanby, que viene siendo como si estuviese dormida: sin hacer nada, pero gastando energía. Si recibe un estímulo (pulsamos un botón del mando), se enciende, igual que nosotros cuando dormimos.
Pero llega un día en que la señal ya no es tan clara como antes. O te olvidas de algunas cadenas que ya no se pueden ver. Ha llegado el momento de que te sustituyan. Entonces, te desenchufan: no haces nada, pero tampoco consumes energía y además, por muchos estímulos que recibas, no podrás mandar ninguna respuesta.

La muerte.

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