El mundo no terminó, es más, se hizo más fuerte con la llegada del invierno. Todas las cosas se parecían más al hielo: eran más sólidas, pero también más resbaladizas. Igual que los últimos días del año iban resbalando lentamente desde el calendario y quedaban derretidos en el suelo, tú vas haciéndote más pequeño y colándote entre mis dedos. Con las manos mojadas no se puede escribir.
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